Pinball Madrid

Haz tu fiesta memorable, ¡alquila un futbolín!

Los primeros pinballs se instalaron en España en 1951, en Estados Unidos venían funcionando desde 1920 y hubo que adaptar estas máquinas al peculiar contexto español: aquí una partida no superaba el minuto y cuarto de media y allí se jugaban al menos tres minutos. Se puede decir que en cuestión de pinball aquí durábamos menos que en América.

La razón, un preliminar patrio: el futbolín. Así podemos decir que el jugador de pinball español era un tipo muy fogueado, familiarizado en arrear coces y golpes a cualquier mesa con tanta cadencia como si estuviese pelando por cada bola como si fuese cuestión de vida o muerte.

Y es que el futbolín formaba parte de la vida española desde que durante la Guerra Civil, el gallego Alejandro Finisterre tras resultar herido en los bombardeos de Madrid, vio  que el sanatorio en el que estaba los niños mutilados no podían jugar al fútbol. Así que con el propósito de ayudarles a su rehabilitación: se propuso que se entretuviesen con esta variante de mesa. Pero no tuvo oportunidad de reclamar su patente, ya que después de la guerra se convirtió en un rojo que tuvo que exiliarse. Se cuenta que huyendo de la España franquista hacia el exilio francés, se encontró con una fatídica tormenta que le hizo perder los papeles de la patente y los planos del primer futbolín .

Fisnistere no solo vivió en Francia, también viajó a América donde recorrió países como Guatemala, Ecuador y México, perfeccionando y comercializando su invento. Mientras en España el futbolín de Finisterre cada vez era más popular y contaba con más adeptos. Tanto es así que cuando su inventor volvió a España en 1976 comprobó que el juego estaba muy extendido por toda la geografía española.

Como veis, el origen del futbolín no es únicamente la historia de la creación de un simple juguete, sino la preciosa idea de cómo devolver la ilusión a una generación de jóvenes mutilados por la Guerra Civil Española.

Triunfa en tu fiesta ¡alquila un futbolín!

En la actualidad, el futbolín sigue teniendo mucha popularidad y a pesar de vivir en pleno siglo de las tecnologías, no hay nada como poner un futbolín y colocarlo en bar, una sala de juegos, en una fiesta de empresa o privada, significa con total seguridad tener asegurada una larga lista de espera de aficionados al futbolín deseosos de rememorar esos días en los que terminábamos de estudiar y corríamos al bar de la esquina para echar nuestra partida de futbolin.

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